martes, 8 de abril de 2008

El público


El número de asistentes variaba mucho de sesión a sesión. Se anunciaba la conferencia por los altavoces del Museo Tecnológico y, según el tema, los niños y sus papás entraban al auditorio o preferían seguir su recorrido por el Museo. Se le ocurrió a Lorenzo Uribe, entonces secretario ejecutivo de la Academia, una nueva técnica: que los organizadores recorrieran todas las salas, una media hora antes de que la conferencia diera inicio, para invitar personalmente al público. En una brevísima charla con grupos de visitantes, les explicaban lo que habrían de ver y oír, buscando entusiasmarlos. Era divertido ver a Pablo Rudomín, y José Sarukhán —en ese entonces, presidente y vicepresidente de la Academia respectivamente— a Jorge Flores y a Margarita Pimienta hacerle un poco al merolico.
Y ocurrió lo impensable. Lograron que las salas del Museo quedaran desiertas mientras el público bajaba al auditorio localizado en el sótano. A partir de ese momento, los Domingos en la Ciencia contaron con un público siempre numeroso, que con frecuencia abarrotaba el salón.
Anecdotario.indb 7 05/12/2007 05:30:31 p.m.

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